Entrevista al Dr. Elías Díaz Albo. Hospital Beata María Ana

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El Dr. Elías Díaz Albo es el Coordinador de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Beata María Ana, una de las unidades más representativas de un hospital en el cuidado y respeto a los que más lo necesitan es un rasgo identificativo. Las Unidades de Cuidados Paliativos son fundamentales, tanto para los pacientes como sus familiares, en unos momentos que son muy dífíciles y donde la humanidad tiene que estar siempre presente. 

¿Cómo han evolucionado los cuidados paliativos en España?

Fundamentalmente desde los años ochenta por el apoyo decidido de la Organización Mundial de la Salud. En el mundo desarrollado los enfermos, sus familias y la sociedad van tomando conciencia de su propia autonomía y capacidad de rechazo ante intervenciones, cada vez más agresivas, si no van acompañadas de cierta mejora de la calidad de vida. En la Comunidad de Madrid fue hace 25 años cuando el Hospital Gregorio Marañón crea la primera unidad dentro del mismo. Ahora asistimos a la aprobación por parte de todos los grupos parlamentarios de la Comunidad de Madrid a la Proposición de Ley de derechos y garantías de las personas en el proceso final de la vida, que reconoce el derecho a recibir cuidados paliativos integrales, que incluyen el tratamiento del dolor y cuando esté indicada, la sedación paliativa, y a elegir recibirlos en el propio domicilio. Lo cierto es que en este campo nunca hemos estado por detrás de otros países vecinos de la Unión Europea.

¿Existen unidades suficientes de cuidados paliativos?

Este es un tema a debatir, hasta ahora este tipo de unidades han estado centralizadas en la atención a los enfermos de cáncer. Pero existen muchos más pacientes con otras patologías que deberían ser derivados. La demanda cada vez es más amplia si tenemos en cuenta cómo se ha ampliado la esperanza de vida de la población.

¿Quiere decir con esto, que su especialidad debería ser comprendida y asimilada por otros especialistas que sepan cuándo derivar a sus pacientes?

Lo cierto es que hasta ahora casi el 95% de los pacientes que se atienden en estas unidades específicas son oncológicos, pero existen otro tipo de pacientes, como los geriátricos, los enfermos cardíacos severos o con deterioro cognitivo avanzado, entre otros. Lo importante es que todos, médicos, pacientes y familiares sepan que pueden optar a estas unidades tan necesarias en los momentos más críticos. Estaríamos hablando de todas aquellas situaciones que requieren un cuidado especial en fases más o menos avanzadas de la enfermedad, y que el cuidado al final de la vida es de gran importancia.

Este cambio de planteamientos, hace que todos los profesionales médicos se preparen. Por este motivo, defiendo la realización de másters o cursos de formación continuada, que ya existen en algunas universidades, para que los profesionales conozcan qué caminos pueden escoger para cuidar a sus pacientes al final de la vida.

¿Qué herramientas dispone una unidad de cuidados paliativos para hacer frente al dolor?

Disponemos de una escala bien definida de asistencia al dolor de la OMS: fármacos del primer escalón (dolor leve), con AINES (analgésicos antiinflamatorios no esteroideos) o paracetamol. Un segundo escalón, para el dolor moderado, sería la introducción además de opioides débiles como la codeína o el tramadol, etc. Mientras que para el dolor grave hablamos de morfina y afines. Pero lo más importante es que estamos en el siglo XXI y ciertos fantasmas sobre estas medicaciones de tercer escalón se han diluido.

¿Cómo son los profesionales ‘coraje’ que trabajan en cuidados paliativos?

Todo profesional que acude a la universidad para ser médico piensa en salvar vidas, no en atender a los pacientes que probablemente, aunque no es siempre, están en el último tramo de la vida. Pero, precisamente, ese es el valor. Se necesita honestidad, empatía, confianza de la familia, veracidad, amor y dedicación. Pero, también, mucha fortaleza. Hay que aprender a conectar y saber estar en los momentos duros para luego volverse a levantar. Asistes a lo más duro, pero también al momento real en el que la gente necesita que no falles. Ese es el gran valor. La entrega es saber estar presente, cada momento, no desfallecer y arropar. Por eso el equipo comparte sus inquietudes. Por eso, entre nosotros nos apoyamos porque las situaciones son duras, pero se transforman en naturales cuando sabemos asistirlas con humanidad y comprensión.

¿Cómo dibujaría el futuro de la su especialidad?

Sólo lo imagino con el aumento de la sensibilización de la población en general sobre porqué existen los cuidados paliativos, qué significan y qué realmente aportan a todos. Desde la confianza, no del miedo. Abriendo la mente de toda la sociedad y permitiendo así que el paso de la enfermedad a un desenlace esperado no sea una tragedia sino un camino en el que el acompañamiento sea lo más importante y en el que todos trabajen para que el cuidado del que posiblemente se va a despedir sea el mejor de todos los posibles.

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